Llevamos años dando vueltas y vueltas al modelo de pensiones y, por fin, el Gobierno, la patronal y los sindicatos se han puesto de acuerdo. Las predicciones son claras y preocupantes: a partir de 2025 va a haber una jubilación masiva de los nacidos en los años 60 (la generación denominada baby-boom) y esto va a provocar una tensión enorme en el modelo de pensiones.

 

Actualmente, disfrutamos de una modelo de reparto, es decir, lo que se ingresa cada año por cotizaciones de la Seguridad Social se gasta en ese mismo año en los casi diez millones de pensiones. En 2021, pese a un aumento de las bajas y fallecimientos por el coronavirus, el gasto mensual ha superado por primera vez en la historia los 10.000 millones de euros en un único mes. Se trata del principal gasto de nuestro sistema del Estado de Bienestar ya que se lleva cerca de un 40 por ciento del presupuesto consolidado de 2021.

 

En pleno debate sobre la sostenibilidad y reforma de las pensiones, hay que recordar que la Seguridad Social asume diferentes prestaciones que cada año aumentan el déficit del sistema e incluso se ha llegado a consumir prácticamente la totalidad del denominado Fondo de Reserva antes las sucesivas crisis económicas. Hoy en día lo que se ingresa no soporta todas las aportaciones de la Seguridad Social a la sociedad. Habrá que delimitar bien las denominadas fuentes de financiación.

 

En 1995 los políticos decidieron ponerse de acuerdo y firmaron el denominado Pacto de Toledo que ha logrado sobrevivir hasta ahora, con sucesivas reformas del sistema. Esta iniciativa de la entonces CiU (hoy desaparecida) incluía 15 puntos plenamente vigentes: separación y clarificación de las fuentes de financiación, constitución de reservas, mejoras de las bases, financiación de los regímenes especiales, mejora de los mecanismos de recaudación, simplificación e integración de regímenes especiales, integración de la gestión, evolución de las cotizaciones, equidad y contributividad del sistema, edad de jubilación, mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones, reforzamiento del principio de solidaridad, mejora de la gestión, sistema complementario y análisis y seguimiento de la evolución del sistema.

 

El sistema no está en riesgo, quienes lo ponen en peligro son los políticos que no quieren asumir su responsabilidad y su obligación de adaptar a cada tiempo un modelo que ha sobrevivido durante más de un siglo y que es algo imprescindible para sostener nuestra sociedad. ¿Qué habría pasado en este país sin la pensión de los abuelos? Este soporte ha sido necesario para mantener una sociedad que ha sufrido demasiados embates y donde todavía hay un elevado índice de pobreza.

 

No solo estamos hablando del futuro de las pensiones sino de la responsabilidad de todos con nuestros pensionistas y de la idea de una sociedad que reparte lo que genera y distribuye entre la sociedad parte de su riqueza para conseguir un sistema solidario, equitativo y sostenible. Un pacto imprescindible entre generaciones. Busquen soluciones. El futuro de la Seguridad Social va a determinar el futuro del Estado de Bienetar.